Asedio de Santafé de Bogotá

El asedio de Santafé de Bogotá tuvo lugar entre el 10 y el 12 de diciembre de 1814 y fue el epílogo de la guerra civil entre Centralistas y Federalistas. La batalla concluyó con la rendición y saqueo de la capital virreinal y la unificación de la Nueva Granada a manos de los federalistas.

Asedio de Santafé de Bogotá
Parte de Guerra civil entre Centralistas y Federalistas

Mapa de la Nueva Granada en 1811. En amarillo las provincias bajo poder realista, en verde las centralistas y en rojo las federalistas.
Fecha 10-12 de diciembre de 1814[1][2]
Lugar Santafé de Bogotá
Coordenadas 4°35′56″N 74°04′51″O / 4.5988888888889, -74.080833333333
Resultado Victoria de los federalistas
Consecuencias Unificación de la Nueva Granada bajo un gobierno federalista
Beligerantes
Federalistas
[nota 1]Provincias Unidas de la Nueva Granada
Provincia de Tunja
Provincia del Socorro
Exiliados venezolanos
• Federalistas de Cundinamarca
Centralistas
[nota 2]Estado Libre de Cundinamarca
Comandantes
Simón Bolívar
Rafael Urdaneta
Manuel de Bernardo Álvarez Rendición
José Ramón de Leyva Rendición
Fuerzas en combate
Estimación moderna: 5000 hombres (1000 veteranos de Venezuela, 2000 jinetes de Cundinamarca y 2000 milicianos de infantería de Tunja[4][5]​ y Socorro)[6] Estimación moderna: 2000 hombres (900 soldados, 500 milicianos y 600 reclutas recientes)[7]
Bajas
204 muertos y 100 heridos[8][9] Totales, 40 cañones y 2000 fusiles capturados. Cientos de muertos, heridos y prisioneros posteriormente liberados[10]

Antecedentes

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Derrota de Nariño

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El 29 de agosto de 1813,[3]​ el teniente general Antonio Nariño[nota 3]​ renuncia al gobierno de la provincia de Cundinamarca a favor de Manuel de Bernardo Álvarez y marcha a Popayán para enfrentar a los realistas del sur[3]​ con un ejército de 1200 infantes y 200 jinetes cundinamarqueses, la mayoría bisoños.[16]​ Se le solicita apoyo a las provincias vecinas, lo que cumplen a regañadientes El Socorro y Tunja.[17]​ De todas formas, la fuerza patriota alcanzó los 1500 infantes, 500 jinetes y un parque con abundante artillería,[18]​ pero la expedición acabó desastrosamente en los ejidos de San Juan de Pasto el 10 de mayo de 1814.[19]​ Al día siguiente, el ejército republicano se retiró[20]​ mandado por el brigadier general José María Cabal.[21]​ El general Nariño es dejado atrás y deambula por tres días en los bosques cercanos hasta decidir entregarse a sus enemigos.[20]​ Ante esta crisis, Álvarez asume una dictadura el 1 de junio por un período de seis meses.[3]

Refugiados venezolanos

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El 25 de septiembre, desembarcan en Cartagena de Indias, Simón Bolívar y Santiago Mariño,[22]​ ambos venezolanos con el rango de general de brigada.[23][24]​ Cinco días más tardes publicaban en la Gaceta Oficial de Cartagena una narración de la caída de la Segunda República de Venezuela. La estadía de Bolívar en el puerto fue breve, poco después marchó al interior.[22]

No eran los únicos, muchos oficiales y políticos venezolanos llegaron huyendo de la derrota sufrida en Venezuela.[25]​ El general de brigada Rafael Urdaneta[26]​ comandó la Emigración de Occidente, evacuando 2000 hombres desarmados de la guarnición de San Carlos, seguidos por cerca de 6000 mujeres, niños y ancianos que quisieron acompañarlos a los que dejaba en los pueblos por donde pasaba. Las guerrillas monárquicas los habían acosado todo el camino hasta la Nueva Granada como lo habían hecho a los patriotas que huían de Caracas en la emigración a Oriente.[27]​ Urdaneta había remontado el río Apure[28]​ y llegaba a Cúcuta el 10 de octubre con los restos de su división, permaneciendo ahí hasta recibir órdenes secretas de Bolívar para viajar a Tunja, partiendo el 8 de noviembre.[8]​ El día 14 Urdaneta y Bolívar se encuentran en Pamplona.[8][29]​ El 22 de noviembre llegan a Tunja, donde Bolívar se presenta ante el Congreso federal[22]​ y dos días más tarde, es ascendido a general de división.[30]​ El Congreso aprovechaba la ocasión para sumar a los recién llegados a sus tropas y atacar a su rival debilitado.

Movilización

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El 28 de noviembre en Tunja, el Congreso ofreció a Bolívar el mando de un ejército de neogranadinos y venezolanos con la misión de tomar Santafé de Bogotá, lo cual fue aceptado.[31]​ Al día siguiente, el Congreso le declaró la guerra al Estado Libre de Cundinamarca.[32]​ Por otra parte, entre el 30 de noviembre y el 1 de diciembre, los veteranos de Urdaneta llegaron a Tunja.[33]​ Así, las distintas unidades federales salen de Tunja a Santafé entre el 2 y 4 de diciembre.[34]​ El conflicto entre centralistas, federalistas y realistas de Nueva Granada nunca alcanzó el grado de violencia que se vivió en Venezuela por la ausencia de una fuerte tradición marcial[35]​ y siempre fue una «guerra cívica», es decir, una lucha entre ciudades, no una guerra civil entre castas como la que vivieron los venezolanos.[36]

Los federales controlaban la mayoría de la población, pero al dividirse en «provincias soberanas»[37]​ y carecer de unidades profesionales les dificultó organizar ejércitos;[38]​ sólo Cartagena y Santafé tenían soldados de línea, apenas 3000,[39]​ la mayoría en la primera,[38]​ el resto de las provincias sólo milicias mal entrenadas.[39]​ Hubo otro factor que también ayudo a dificultar las movilizaciones, durante esta fase de la guerra de independencia las provincias del interior se desentendieron en gran medida de la lucha contra los realistas, dejando a las fronterizas la mayor parte del esfuerzo bélico.[40]​ Aunque el ingeniero militar Francisco José de Caldas[nota 4]​ afirmaba que las Provincias Unidas tenían diez mil hombres para derrocar a Nariño, a quien llamaba tirano,[42]​ la verdad es que los ejércitos neogranadinos siempre fueron de tamaño reducido.[35]​ El historiador español Salvador de Madariaga estimó que en 1814 los patriotas contaban con 3000 hombres dispersos en Cúcuta, Casanare y Popayán,[43]​ otro tanto guarnecía Cartagena pero actuaba por su cuenta y otro tanto se había perdido en la malograda expedición de Nariño.[44]

Tanto federalistas como centralistas usaban a los batallones como la unidad básica de sus milicias, clasificándolos en dos categorías: de reclutamiento y de combate. Los primeros se constituían de las milicias coloniales, especialmente las disciplinadas, y servían como reserva. Los segundos se formaban reclutando a los soldados más aguerridos y experimentados de otras unidades, formando unidades de élite capaces de realizar maniobras militares complejas.[45]​ La oficialidad usualmente estaba formada por miembros de las clases medias, como comerciantes,[46]​ o del patriciado; la pertenencia a este último ayudaba a ascender rápidamente en los rangos, aunque con el desarrollo de la guerra también fueron apareciendo oficiales venidos de la tropa.[47]

Preparativos defensivos

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Rumores sobre Bolívar:
[...] venía saqueando los pueblos, estropeando a los sacerdotes, como que decían que habían colgado de las manos al cura de Chocontá, porque no le daba dinero, y lo mismo había hecho con otros tantos, robando las alhajas de las iglesias, y varias crueldades y atrocidades. Ello puede ser, pero yo no lo creó; si fuera español creería eso y mucho más; pero americano, lo dudo.[48]

En cambio, el 30 de noviembre llegó a Bogotá la noticia de que Bolívar marchaba con un ejército sobre la ciudad y el 1 de diciembre hubo un «toque de la generala»,[49]​ lo que se repitió tres días más tarde. Era un llamado a todo hombre a presentarse a la defensa de la urbe, tuviera o no armas.[48]​ El 2 de diciembre llegó oficio de Bolívar en que solicitaba las armas y soldados de Cundinamarca para reconquistar Caracas.[50]​ El 3 de diciembre en esa ciudad se decidió rechazar los ofrecimientos de rendición de las Provincias Unidas y se prepararon para el asedio. Para decidir se había reunido una asamblea de «padres de familia» en el convento de San Agustín, participando más de mil personas.[51]​ Se armaron a los vecinos y se repartieron cuchillos entre las mujeres.[2]​ Aquel mismo día empezaron a cavarse las trincheras, lo que se continuó al siguiente, con los sacerdotes de las iglesias de San Diego y San Francisco y muchas mujeres, incluyendo nobles, ayudando en los trabajos; muchos temían a los rumores de saqueos perpetrados por los venezolanos en su marcha.[48]

El 5 de diciembre, los defensores construyeron fuertes en San Diego, La Alameda y San Victorino, donde instalaron cañones de 8 libras, cuatro, tres y cinco respectivamente; además, había seis pedreros en San Diego. También se distribuyeron unidades para guarnecerlos, los Patriotas a San Diego, los Nacionales a La Alameda y los Auxiliares o Defensores de la Patria a San Victorino; las milicias se instalaron en la plaza principal.[52]

El arzobispo de la ciudad, Juan Bautista Sacristán, excomulgó a Bolívar y sus oficiales y se les advirtió a los defensores que los federalistas venían con intenciones de destruir la ciudad y a la Iglesia católica.[53]

Fuerzas enfrentadas

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Federalistas

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En el siglo XIX el historiador y militar español Feliciano Montenegro Colón hablaba de 1800[31]​ ó 3000[1]​ soldados de las Provincias Unidas. Décadas después, los historiadores colombianos Jesús María Henao y Gerardo Arrubla apoyarían la primera cifra del español,[53]​ que también fue aceptada por su colega y compatriota, José María Vergara y Vergara, quien distribuía a los federales en 1300 infantes y 500 jinetes[51]​ de los que 800 serían venezolanos.[54]

En el siglo XX, el también historiador, pero venezolano, Vicente Lecuna (luego repetido por el colombiano Rafael Pardo), afirma que eran 1000 veteranos venezolanos batallones Barlovento, Valencia y La Guaira y el escuadrón Soberbios Dragones de Caracas, y 2000 eran reclutas de Tunja;[8][34][7]​ muchos luchaban como infantería con lanzas pues se habían acostumbrado a ese tipo de combate en Venezuela.[5]​ Durante la marcha, Bolívar se dio cuenta de que su ejército era muy pequeño como para asediar Bogotá, así que hizo levas de caballería en el altiplano cundiboyacense hasta reunir 2000 hombres armados con lanzas o astas de púas, llegando a ser muy útiles algunas de esas unidades.[33]

El historiador español Francisco Antonio Encina sostuvo que la hueste federal incluía 1000 veteranos al mando del general Urdaneta, 2000 milicianos a pie aportados por las provincias (muchos armados sólo con machetes) y 2000 lanceros a caballo que se le sumaron durante su marcha por Cundinamarca.[4]​ De estos, 800 eran venezolanos que lograron escapar con Urdaneta de la caída de la Segunda República.[55]​ Respecto de las tropas de línea o regulares, el historiador señala que en Tunja apenas había 500 plazas, la mitad que en Cundinamarca.[56]​ Posteriormente, el francés Clément Thibaud apoyó el cálculo de 5000 hombres y agregó que 800 eran veteranos y el resto irregulares,[57]​ basándose en el historiador colombiano José Manuel Groot, quien estimaba que las provincias de Tunja y Socorro[58]​ pudieron movilizar esas cantidades de milicianos y veteranos durante la primera fase de la guerra civil.[59]

Destacaba el batallón Bravos del Socorro, de 200[60]​ a 300 plazas al mando de Lino Ruiz. Llegaron a finales de año a Tunja y de inmediato fueron incorporados a la hueste de Bolívar.[61]​ Otro batallón de socorranos llegó a Tunja cuando los federalistas ya estaban ultimando la rendición de Bogotá. En realidad, solo las provincias de Socorro y Tunja combatieron en esta campaña, el resto de las provincias del interior ya se habían sometido de una u otra forma a los mandatos de Cundinamarca.[6]

Centralistas

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Henao y Arrubla dicen que los defensores sumaban 1500 regulares y 2000 vecinos armados, entre ellos los sobrevivientes de la campaña de Nariño,[53]​ al mando del brigadier José Ramón de Leyva.[62]​ Un número más bajo lo da Caballero, quien afirma que cerca de 3000 hombres se reunieron para defender la villa, incluyendo 200 jinetes que llegaron el 6 de diciembre.[52]

El colombiano Enrique Uribe White los rebaja a 1400 efectivos,[30]​ de los que 900 serían tropas de línea y 500 milicias reclutadas a última hora, cifra apoyada por la mayoría de los historiadores.[31][4][51][34][63]​ Lecuna respeta los números de Uribe White y agrega que al recibir la intimidación para rendirse, las autoridades de Santafé cavaron fosos, reconstruyeron parapetos, montaron baterías en las vías de acceso a la ciudad y realizaron una leva, pero no pudieron reunir más de 2000 combatientes.[7]

Asedio

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Si el señor Nariño no los hubiera largado con tánta nobleza, no se atrevieran ahora a volver a amenazar. Si el señor Nariño hubiera siquiera quitado un par de cabezas de éstos, no pretendieran él querer perdemos, el perderse ellos mismos y perder todo el reino, pues, señor, amenazados por el sur, pues Montes ha intimidado rendición; Caracas y todo Venezuela perdido; el enemigo tanteando nuestra conducta, para decir: Allá voy. ¡Oh congreso!¡Qué mal te portas!¡Qué mal piensas!¡Guerras civiles cuando el enemigo está a la puerta! ¿Y por qué?¿Por qué quieres ser soberana y déspota? ¿Por qué quieres mandar en la capital de Santafé?¿Por qué quieres sus aduanas, sus tesoros y casa de moneda?¿Por qué quieres sacrificarnos por sus armas, por las nuéstras y después por las de los godos? ¡Ah revolución, ah patria, ah libertad, qué caro vas costando! [sic].
—José María Caballero, cronista cundinamarqués quien fue soldado de Nariño.[49]

Negociaciones

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Retrato de Simón Bolívar, fechado en 1812, autor anónimo.

Bolívar recibió la respuesta a su demanda del 2 de diciembre —en que solicitaba las armas y soldados de Cundinamarca para reconquistar Caracas—[50]​ en la hacienda Hato Viejo y resolvió continuar la marcha. El 4 de diciembre, llamó de Tocancipá a escuadrones de caballería e hizo una leva de zapadores. A la jornada siguiente nombraba administradores para las salinas de Nemocón y Tenza para suministrar a su ejército, mientras que las primeras tropas federales llegaban a Zipaquirá. El 6 de diciembre llegaba a Chía.[33]​ Según el cronista José María Caballero, en ese lugar o en Cajicá, los federalistas mataron al doctor español Lorita y luego saquearon la hacienda de otro español de apellido Marroquín y otra hacienda de un peninsular, llamada Yerbabuena, cerca del Puente del Común. Esto llevó a los vecinos españoles a armarse y formar un escuadrón de caballería propio. Acorde al cronista, sólo actuaron así por miedo a Bolívar y su fama de masacrar a los peninsulares.[52]​ Permaneció en Chía hasta el 7 de diciembre, concentrando a toda su división,[33]​ desde allí escribió una primera carta pidiéndole a Manuel de Bernardo Álvarez su capitulación, lo que fue rechazado.[64]​ En aquella jornada los federalistas ocuparon Puente Grande y Fontibón, y en la tarde se acercaron a la casa de Garzón, a ocho o días cuadras de la ciudad.[52]

El 8 de diciembre continuaba su marcha a Bogotá con la vanguardia de caballería apoyada por una columna de infantes al mando del teniente coronel Jacinto Lara. Durante su marcha, toda la provincia de Cundinamarca fue ocupada por los federales, que encabezados por una comisión política organizada por el Congreso y formada[33]​ por el doctor Camilo Torres Tenorio[65]​ y los brigadieres Manuel del Castillo y Rada[66]​ y Antonio Baraya,[21]​ organizaron el territorio, nombrando jueces patriotas y embargando los bienes de los españoles avecindados en La Mesa.[33]

El 8 de diciembre, Bolívar acampó en el Techo, legua y media al norte de Santafé,[33]​ desde donde envió un mensaje solicitando a Álvarez su capitulación:[nota 5]​ le recordaba que eran ciudadanos de la misma república, compartían la misma religión y eran compañeros de causa, armas y origen. Afirmaba no desear la destrucción de lo que denominó como «ciudad hermana, protectora de la libertad de Venezuela, orgullo del país, fuente de las luces y cuna de ilustres varones».[68]​ Para acabar, el general venezolano aseguraba ser un libertador y no un conquistador, buscaba unir a los pueblos americanos para lograr la independencia. La oferta fue rechazada.[69]​ También le escribió una carta privada al influyente peninsular Juan Jurado de Laynez, solicitándole interceder para lograr un acuerdo y negando las acusaciones de haber sido sanguinario en Venezuela.[64]​ A las 10:30,[70]​ los dragones federalistas se acercaron a la ciudad[69]​ por el camino a San Victorino[70]​ para observarla mejor[69]​ y recibieron tres tiros de cañón[69]​ y los atacaron un escuadrón de milicianos peninsulares. Los centralistas tomaron ganado y caballos alrededor de la villa y los llevaron a la ciudad[69]​ a las 17:00 horas.[70]

El 9 de diciembre el intercambio de mensajes continuó.[69]​ Caballero afirma que 1000 jinetes federalistas recorrieron los campos alrededor de la ciudad hasta que varias guerrillas centralistas los forzaron a retirarse.[70]

Asalto

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Grabado de la época del brigadier Leyva.

A las 8:00 horas del 10 de diciembre, Bolívar marchó sobre Santafé de Bogotá. Los combates se centraron inicialmente en el arrabal de San Diego (norte de Bogotá) y las posiciones más cercanas la batería de San Victorino (oeste), donde las defensas eran más fuertes y por ello los asaltos resultaron rechazados. Ante tal situación, el batallón Barlovento y algunos escuadrones de tunjanos rodearon la ciudad al moverse hacia la derecha, arrollaron al batallón Auxiliar Fucha,[69]​ que fue desalojado del sector homónimo y debió retirarse al interior de la ciudad,[64]​ y ocuparon el barrio de Santa Bárbara (sur)[69]​ que tomaron por asalto a las 13:00.[70]​ Luego, el batallón Socorro, que estaba en reserva, aprovechó para cargar el Arrabal de Egipto, pasando por Belén (este). Mientras se efectuaban estos ataques inesperados, el ataque frontal continuó y la batería de San Victorino[69]​ casi fue capturada, estableciéndose una circunvalación de los defensores.[64]​ La lucha fue feroz y duró hasta el anochecer, momento en que los atacantes establecieron un fortín en Belén.[70]​ Los federalistas habían sufrido 29 muertos y heridos, peor lograron estrechar el cerco a los defensores.[69]

El 11 de diciembre, a las 05:30 horas, se reiniciaron los combates.[70]​ A las 06:00, los federalistas se decidieron a estrechar el cerco sobre sus enemigos[71]​ y a las 10:00 una columna de los Cazadores, Dragones de Caracas y Lanceros del Socorro al mando del coronel francés Manuel Roergas Serviez tomó la batería de San Victorino, mientras otras avanzaban por las calles paralelas bajo el fuego de fusileros que les disparaban desde tejados, ventanas y balcones, dándose un combate casa por casa en algunos sectores.[72]​ El oficial francés continuó su ataque por la calle Real hacia la plaza mayor.[73]​ Al mediodía, los defensores estaban reducidos a la plaza mayor y los edificios inmediatos,[72]​ pero ahí apoyaban sus defensas con una numerosa artillería.[73]​ En San Victorino, Bolívar quitó con su propia mano la placa que conmemoraba la victoria de 1813 sobre los federalistas.[51][73]

Finalmente, José María Lozano, heredero del marqués de San Jorge, intercedió para negociar una tregua.[31]​ Sabiendo el coste de un asalto a la plaza mayor, Bolívar accedió a la oferta del marqués de una tregua que duraría hasta[73]​ las 09:00 del día siguiente. Así, a las 19:00 horas los combates cesaron.[74]​ En ese lapso, un oficial y 50 soldados federalistas que se descuidaron fueron degollados por sus rivales. Durante las consecuentes negociaciones no se logró acuerdo alguno, lo que reinició las hostilidades. La lucha final fue casa por casa, especialmente en Santa Bárbara, donde los federalistas se abrieron paso rompiendo las paredes de las casas para salir a las calles cercanas. Las bajas se volvieron muy elevadas mientras el bajo pueblo apoyaba a los defensores.[73]​ No hubo cuartel entre los dos bandos.[9]​ En todas las calles hubo combates y en todas quedaron cadáveres regados por el piso. Según Caballero, en una esquina bajo un palacio, más de 17 federalistas murieron y hasta aquella jornada habían caído un total de 300, según él estimaba, mientras que los centralistas apenas perdieron un sargento y 21 soldados.[74]

Según Restrepo, a las 12:00 horas del 12 de diciembre, los federalistas se preparaban para el asalto final a la plaza mayor cuando Álvarez y Leyva, con el agua cortada y sin víveres, empezaron a negociar su capitulación.[73]​ El gobierno de Cundinamarca reconocería la supremacía del Congreso, pondría a disposición del general en jefe todas sus armas y material y se respetarían las vidas y propiedades de los habitantes de la ciudad.[75][53]​ En cambio, Caballero afirma que todos los centralistas estaban en la plaza esperando el último asalto cuando sus comandantes empezaron a negociar, logrando un acuerdo por el cual entregaron sus armas, lo que comenzó a las 09:00. Después de ser desarmados, los centralistas fueron dispersados y todos sus cuarteles ocupados por los vencedores.[76]

El 13 de diciembre, Bolívar publicó dos proclamas. En la primera garantizaba la seguridad a todo ciudadano que vivía en la ciudad y en la segunda advertía a los soldados vencidos dispersos que serían ejecutados si no se presentaban en tres días. El 19 de diciembre se instaló un colegio electoral y José Sanz de Santamaría fue nombrado como su presidente. En la siguiente jornada,[76]​ el brigadier José Miguel Pey[77]​ fue nombrado gobernador de la provincia.[76]

Saqueo

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Karl Marx acusa a Bolívar de permitir el saqueo de la ciudad: «Aunque la ciudad había capitulado, Bolívar permitió a sus soldados que durante 48 horas la saquearan».[78]​ Restrepo señala que los soldados irritados, especialmente los venezolanos, comenzaron a saquear la ciudad, especialmente Santa Bárbara, matando a los vecinos españoles y destruyendo el Observatorio Astronómico, refiriéndose a los eventos como «¡Tristes consecuencias de las discordias civiles!».[79]​ Los soldados se llevaron los documentos, libros e instrumentos.[51]​ Según documentos de la época, las violaciones de mujeres, el robo de casas y el saqueo de templos llevaron a las autoridades eclesiásticas a exigir la excomunión del general y sus oficiales, cuyo actuar fue tachado de «salvaje».[nota 6]​ Se sabe que durante aquel período fueron numerosos los casos de funcionarios y soldados que aprovechaban el caos de la guerra para robar la plata, el oro y las piedras preciosas de los templos, y no dar cuenta a sus superiores, aunque por ley eran castigados de ser descubiertos.[80]

Las profesoras Alba Patricia Cardona Zuluaga y Liliana María López Lopera indican que durante la batalla gran parte de la ciudad quedó devastada. Esto llevó a la capitulación, cuyas cláusulas fueron respetadas, lo que llevó a varios sacerdotes que habían hablado mal de Bolívar, pues tenía una mala fama por su Decreto de Guerra a Muerte, a retractarse públicamente.[81]​ Tras garantizar en un bando el respeto de la vida al resto de la población junto a sus propiedades, el arzobispo levantó el edicto en que excomulgaba a Bolívar.[8]​ Según Lecuna, «el Arzobispo satisfecho por su conducta humana y religiosa, levantó el edicto por el cual lo había excomulgado».[72]

Consecuencias

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Bajas y recompensas

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Campañas de la Guerra de Independencia de la Nueva Granada hasta 1814.

Bolívar sufrió 204 muertos y 100 heridos; las bajas de los defensores fueron un poco menores.[82][8]​ Se capturaron 2000 fusiles, 400 pares de pistolas, 40 cañones y numerosos pertrechos y municiones.[82]​ El 15 de diciembre, Bolívar fue nombrado Capitán General de los Ejércitos de la República y volvió a la capital federal donde se reunió con miembros del gobierno y el Estado Mayor.[9]​ Por su participación, Urdaneta fue ascendido a general de división el 5 de enero de 1815.[83]

Por la victoria se hicieron celebraciones públicas y religiosas en Tunja.[84]​ Santafé fue nombrada como nueva capital federal el 13 de enero.[85]​ Diez días después, el Congreso reiniciaba sus sesiones ahí.[86]

Planes

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Quedaba la Nueva Granada unificada por el gobierno federalista. En Tunja, Bolívar y su Estado Mayor decidieron lanzar una ofensiva sobre Santa Marta, Riohacha, Maracaibo, Coro y toda Venezuela.[85][9]​ Su plan era hacer levas en Tunja y Socorro y formar unidades usando de base a los veteranos de Urdaneta hasta tener un ejército de 6000 hombres.[87][88]​ Esperaba contar con algunos buques para transportar sus suministros mientras él avanzaba por la costa con el ejército.[88]​ Después volvería por Cúcuta y avanzaría hasta Lima por el sur.[85]

Bolívar vivió un desaire de ser llevado ante un juicio militar por acusaciones de sus rivales, pero fue encontrado inocente,[85]​ dejando Bogotá el 23 de enero.[88]​ Siguió hasta Honda, donde siguió el río Magdalena hacia la costa caribeña.[89]​ Le seguían 2000 hombres, de los que un cuarto llevaban fusiles, pero en su camino se encontró con el desafío del brigadier Castillo, jefe militar del Estado Libre de Cartagena, lo que llevó a un enfrentamiento entre ambos.[89][87][88][84][90]

La federación era muy débil política y militarmente.[85]​ En lo político, el virreinato se había vuelto «una colección de pequeñas repúblicas». Esto se debía a que por tradición sus valles eran muy autónomos entre sí porque su geografía los mantenía casi aislados.[35]​ Además, dentro de cada provincia existían disputas entre la capital local y las ciudades subalternas que complicaban la situación,[91]​ e indican que la lealtad de las personas era primeramente con su villa de origen.[92]​ Frente a esta anarquía, los realistas samarios aprovecharon de fortalecerse con ayuda de Coro y Maracaibo, y a pesar del sometimiento de Santafé, los cartageneros se volvieron prácticamente independientes del gobierno de Tunja. Esto volvió a las fuerzas armadas de la federación inoperantes.[44]​ Las Provincias Unidas poseían apenas 6000[93]​ a 7700 hombres, superaban en número a los cartageneros,[94]​ pero estaban desnudos, hambrientos, muchas veces armados con largas estacas a modo de lanzas o picas[93]​ y dispersos por su vasto territorio.[94][93]​ La mayoría eran reclutas de Santander (provincias de Socorro y Pamplona), Cauca (Popayán) y el altiplano cundiboyacense (Tunja y Cundinamarca).[94]

Fuerza de las Provincias Unidas (inicios de 1815):
Estimación de Thibaud según documentación de la época.[94]
Lugar Plazas Fusiles
Ejército del Sur (Popayán) 1037-1200 1899
Ejército del Norte (Tunja) 1001 658
Cartagena de Indias 924
Primer Ejército de Reserva (Chitagá) 796 658
Segundo Ejército de Reserva (Santafé) 2253 169
Casanare 668

La mala situación[95]​ se agravó con la derrota de En Medio,[96]​ que fuerza al gobierno federalista a alistar 22 buques y ayudar a organizar una guarnición de 3000 regulares para Cartagena.[97]​ También, en los decretos de 1 y 22 de marzo, el Congreso ordenó la creación de batallones en Antioquia, Cundinamarca, Socorro y Tunja para reforzar al Ejército del Sur.[98]

  1. El 14 de julio de 1814 se adoptó por ley la bandera de las Provincias Unidas, reemplazando al pabellón de Cartagena, adoptado de forma temporal el 26 de abril.[3]
  2. Nariño adoptó el escudo 19 de julio de 1813 y la bandera inspirada en el diseño de Francisco de Miranda el 7 de agosto.[3]
  3. Nombrado brigadier en 1810,[11]​ ascendido por las Provincias Unidas a teniente general y General en Jefe del Ejército Libertador de Popayán y Quito para la campaña contra Pasto.[12]​ Sin embargo, el reglamento militar venezolano (y luego grancolombiano) el rango de Capitán General fue suprimido y resumido por el de General en Jefe, los de teniente general y mariscal de campo se suprimieron a favor del de general de división y el de brigadier por el de general de brigada[13]​ (Reglamento para los uniformes, divisas y graduaciones de los ejércitos de la República de Venezuela, Simón Bolívar, editado por secretario Antonio Rafael Mendiri, Caracas, 17 de octubre de 1813).[14]​ Por este motivo, textos posteriores se refieren a él como general de división, por ejemplo, al ser nombrado vicepresidente interino (carta de Simón Bolívar a Antonio Nariño, Achaguas, 4 de abril de 1821).[15]
  4. Carta de Francisco José de Caldas a Benedicto Domínguez, Tunja, 6 de agosto de 1812.[41]
  5. Carta de Simón Bolívar a Manuel de Bernardo Álvarez, Campo de Techo, 8 de diciembre de 1814 (documento 44).[67]
  6. "Relación de lo ocurrido en esta Provincia en el mes último", Gaceta Ministerial de Cundinamarca, 5 de enero de 1815, Santafé de Bogotá: El Argos, luego publicado en el Diario Político de Santafé.[32]

Referencias

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  1. a b Montenegro Colón, 1837a, p. 343.
  2. a b Galindo, 1900, p. 291.
  3. a b c d e Ollé, Jaume (2002). «Colombia: Independencia». Angel Fire.
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  5. a b Lecuna, 1950, p. 357-358.
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  13. O'Leary, 1881, p. 398.
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Bibliografía

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Estudios de la época

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Estudios modernos

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