Gran Cuaresma

periodo de preparación para la Semana Santa y la Pascua

La Gran Cuaresma es, en las Iglesias ortodoxas, el periodo de preparación para la Semana Santa y la Pascua. Durante ella el creyente renueva su devoción y se arrepiente de sus pecados

Iglesia ortodoxa en la República Checa vestida con los colores litúrgicos de la Gran Cuaresma.

En la Gran Cuaresma se practica la abstinencia de algunos alimentos y se intensifica la limosna y la perseverancia en la oración. Los alimentos que se dejan de consumir son la carne, el pescado, el aceite y el vino. En algunas tradiciones se prohíbe consumir el aceite de oliva, mientras que en otras se evita toda clase de aceites. Como no se permite (desde el punto de vista canónico) el ayuno estricto durante el sábado y el domingo; el vino y el aceite se consumen en estos días. Si la fiesta de la Anunciación cae durante la Gran Cuaresma; se permite comer pescado, vino y aceite en ese día.

La Gran Cuaresma dura cuarenta días, pero a diferencia de la Cuaresma occidental los domingos se toman en cuenta para el conteo. Su comienzo se fija sobre la base de la fecha de la Pascua (que es una fiesta móvil). Empieza oficialmente el «Lunes Limpio», también llamado «Lunes Puro» o «Lunes de Ceniza»,[Nota 1]​ siete semanas antes de la Pascua. Finaliza el viernes de la sexta semana, en la víspera del llamado «Sábado de Lázaro».[Nota 2]​ Sin embargo el ayuno continúa durante toda la Semana Santa hasta la Pascua.

El propósito original del ayuno prepascual (conocido ahora como Gran Cuaresma) era el de preparar al catecúmeno para el bautismo por medio del ayuno. Con el tiempo se convirtió en la preparación de todos los cristianos para celebrar la resurrección de Cristo.

La Gran Cuaresma está estructurada en las siguientes celebraciones:

  1. Se llama a veces «Lunes de Ceniza» por analogía con el Miércoles de Ceniza celebrado en las Iglesias de Occidente.
  2. Se denomina «Sábado de Lázaro» a una celebración litúrgica que probablemente nació en la Iglesia de Jerusalén que celebraba la resurrección de Lázaro en la víspera del Domingo de Ramos. La antigüedad del «Sábado de Lázaro» se demuestra en las homilías de san Juan Crisóstomo y san Agustín de Hipona, entre otros. En los siglos VII y VIII, san Andrés de Creta, san Cosme de Jerusalén y san Juan Damasceno escribieron himnos y cánones especiales para esa fiesta, que aún se cantan en la actualidad.

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