Guerra anglo-española (1585-1604)

conflicto entre los reinos de España e Inglaterra

La guerra anglo-española (1585-1604) fue un conflicto bélico entre los reinos de Inglaterra, gobernado por Isabel I de Inglaterra, y de España, donde reinaba Felipe II. La guerra comenzó con victorias inglesas como la de Cádiz en 1587, y la pérdida de la Armada Invencible en 1588, pero diversas victorias españolas como la de la Contraarmada en 1589, así como la enorme mejora en la escolta de las flotas de Indias y la rápida recuperación de España ante las pérdidas acabaron por debilitar definitivamente a Inglaterra y desembocaron en la firma de un tratado de paz favorable a España[6]​ en Londres en 1604.

Guerra anglo-española
Parte de la Guerra de los Ochenta Años, las Guerras de religión de Francia y la Guerra de los Nueve Años (Irlanda)

Las delegaciones española e inglesa en la Conferencia de Somerset House
Fecha 1585-1604
Lugar Océano Atlántico, Canal de la Mancha, España, Spanish Main, Portugal, Francia, Irlanda, Países Bajos, Océano Pacífico[1]
Casus belli Tratado de Nonsuch
Resultado Statu quo ante bellum
Consecuencias Tratado de Londres
Beligerantes
Imperio español
Bandera del Imperio español Italia española
Bandera del Imperio español Países Bajos españoles
Bandera del Imperio español Portugal
Bandera del Imperio español Nueva España
Bandera del Imperio español Perú
Liga Católica de Francia
Alianza irlandesa
Bandera de Inglaterra Reino de Inglaterra
Reino de Irlanda
Bandera de los Países Bajos Provincias Unidas
Reino de Francia
Hugonotes
Figuras políticas
Felipe II de España
Felipe III de España
Isabel I de Inglaterra
Jacobo I de Inglaterra
Enrique IV de Francia
Comandantes
Juan del Águila
Álvaro de Bazán
Alejandro Farnesio
Alonso Pérez de Guzmán
Alonso de Bazán
Juan Martínez de Recalde
Miguel de Oquendo
Martín de Bertendona
Francisco de Toledo
Carlos de Amésquita
Pedro de Zubiaur
Bernardino de Avellaneda
Carlos de Lorena
Hugh O'Neill
Francis Drake
John Hawkins
John Norreys
Robert Dudley
Charles Howard
Robert Devereux
Martin Frobisher
Charles Blount
Francis Vere
Walter Raleigh
Bandera de los Países Bajos Mauricio de Nassau
Fuerzas en combate
Bandera de Inglaterra 105 800 hombres[2]
Bajas
Bandera de Inglaterra 88 285 muertos[3][4]
48 000 muertos en combate[5]
Guerra anglo-española Guerra anglo-española de 1625–1630

Las causas

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Los motivos que llevaron a Felipe II a la guerra fueron económicos, políticos y religiosos:

  • Políticamente, el creciente poder de la Monarquía hispánica (que en 1580 había anexionado los dominios portugueses, estaba en constante expansión en América, y contaba con el apoyo de los Habsburgo en Alemania y de los príncipes italianos) era considerado por Inglaterra una amenaza para su seguridad. Inglaterra prestaba su apoyo a los principales enemigos de España:
  • En los Países Bajos se libraba la guerra de los Ochenta Años, en la que las Provincias Unidas luchaban para conseguir su independencia de la Corona española. Aunque desde el comienzo de la guerra hubo presencia militar inglesa junto a las tropas neerlandesas, en 1585 este apoyo se oficializó con la firma del Tratado de Nonsuch, mediante el cual se pactaba una alianza militar anglo-neerlandesa contra España.
  • En Portugal, que había sido anexionado a la Corona española en 1580, el pretendiente al trono portugués, don Antonio, contaba con el favor de Inglaterra.

La guerra

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Inicios

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Si bien, oficialmente, la guerra comenzó en 1585, el antecedente directo y determinante habría sido la toma por parte española de las islas Azores en la batalla naval de la isla Terceira, en que la flota española ocasionó una contundente derrota a la flota francesa apoyada por un contingente británico. La unión bajo un único cetro de las dos potencias marítimas más relevantes del momento (España y Portugal), suponía la asfixia comercial y militar del resto de países a los que quedaron muy pocas opciones. Para contrarrestar tal desequilibrio, solo existía una opción: aprovechar la única debilidad de Felipe II en ese momento, que era el enorme tamaño y consecuente dispersión de las posesiones españolas a la largo de miles y miles de kilómetros de costas continentales, además de las numerosísimas islas.

Semejante enormidad no podía ser defendida en todos y cada uno de los centenares de puertos, por lo tanto, la estrategia era muy clara: España, como tal, en un sentido estratégico, no podía ser atacada; sin embargo, sus puertos podían ser objeto de ataques por sorpresa que serían exitosos si se concentraba la fuerza suficiente. En octubre de ese año Drake navegó por la costa oeste ibérica, saqueando Vigo y Santiago de Cabo Verde, además de intentar hacer lo mismo en La Palma, donde el asalto no tuvo éxito; cruzó a las Indias Occidentales capturando Santo Domingo y Cartagena de Indias, por cuya devolución exigió a las autoridades locales el pago de un rescate, y San Agustín (en la Florida). Irritado por estos ataques, Felipe II mandó armar una gran flota con la misión de invadir Inglaterra: si bien Inglaterra estaba muy lejos de poder atacar los puntos vitales del Imperio español como Lisboa o Madrid, España sí estaba en disposición de asestar un golpe directo al corazón de Inglaterra: España podía atacar Londres.

La ejecución de María I de Escocia en febrero de 1587 ultrajó a los católicos de la Europa continental. Su reivindicación al trono fue heredada por Felipe, que era viudo de María I de Inglaterra. En julio del mismo año, Felipe recibe autorización del papa Sixto V para deponer a Isabel, que ya en 1570 había sido excomulgada por Pío V.

Expedición de Drake a la península ibérica (1587)

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Siguiendo la misma táctica (y, posiblemente, la única factible), en abril de 1587, Drake llevó a cabo una expedición de distracción y toma de información en las costas de la península ibérica. Primero, atacó a una parte de la flota que se encontraba amarrada en la bahía de Cádiz (fundamentalmente barcos mercantes de diversas nacionalidades). Después se apostó en el Algarve para intentar obstaculizar, sin mucho éxito, el avituallamiento [8]​de la flota que se organizaba en Lisboa pero, cansado de esperar, intentó acercarse hacia Lisboa, no con intención de atacar, sino de obtener el máximo de información posible. Allí rehuyó el enfrentamiento con la flota de Álvaro de Bazán. Tras deambular frente al estuario del Tajo sin que ninguna armada buscara un enfrentamiento muy decisivo, Drake puso rumbo hacia las islas Azores donde, por casualidad, capturó la carraca portuguesa San Felipe, que llegaba de las Indias Orientales con su carga comercial. En realidad, todo el periplo de Drake no fue más que una toma de contacto informativa para conocer lo que se les venía encima. La historiografía inglesa habitualmente inflamada de patriotismo, ha engrandecido estas acciones, escribiendo ampliamente sobre la supuesta importancia de las duelas de barril que Drake capturó y quemó en el Algarve en lugar de transportarlas a Inglaterra ya que eran tan valiosas. En realidad, Drake fue objeto de crítica por Lord Burghley quien atenuó en gran medida los logros que el propio pirata solía atribuirse.

La Gran Armada (1588)

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En agosto de 1588 los planes españoles de invasión de Inglaterra se hicieron efectivos: la armada española dirigida por el duque de Medina Sidonia se dirigió a Inglaterra, si bien, desde el principio se vio sometida a una situación climatológica especialmente dura para una armada compuesta por barcos de carga de escasa maniobrabilidad, escoltados por galeones mucho más ágiles pero que, en todo caso, no podían desguarnecer la formación. En el canal de la Mancha, los fuertes vientos facilitaron el lanzamiento de 8 brulotes incendiados que a punto estuvieron de arrojar a muchos barcos contra los bajíos arenosos de Zelanda, si bien, por muy poco, lograron evitar la catástrofe. Durante las horas que supuso ir reubicando la armada a salvo en alta mar, se produjo la batalla de Gravelinas, sin valor decisivo, aunque la reina de Inglaterra decretó el silencio informativo sobre la entidad de sus pérdidas. Tras la batalla, la persistencia en la fuerza y dirección del viento impidió que la armada española recuperase su posición en Calais, decidiéndose el regreso a España rodeando las islas británicas por arriba. Durante este regreso, la situación climatológica empeoró aún más, lanzando contra las costas escocesas e irlandesas a unos 26 naves[6]​. La pérdidas humanas y materiales fueron muy elevadas, si bien, el grueso de la flota, especialmente los galeones que eran los barcos más avanzados del momento, pudieron regresar a España.

La Contra Armada Inglesa (1589)

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En 1589 las fuerzas inglesas bajo el mando de Francis Drake y John Norreys atacaron La Coruña, donde fueron rechazadas. Desde allí, continuaron hacia Lisboa, plaza en la que fueron derrotados, precisamente por un ejército y una armada que, algunos de cuyos elementos, constituían restos del intento de invadir Inglaterra el año anterior.

El fracaso de la Contraarmada inglesa, que desplegó más de 150 naves de distintos tipos y perdió más de 40 navíos entre hundimientos y capturas durante el desarrollo de sus operaciones, causó grandes pérdidas financieras en el tesoro isabelino, y permitió a Felipe reconstruir la flota española del Atlántico, que volvió rápidamente a tener supremacía.

Hechos siguientes

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Un sistema sofisticado de escolta y de inteligencia frustraron la mayoría de los ataques corsarios a la Flota de Indias a partir de la década de 1590: las expediciones bucaneras de Martin Frobisher y John Hawkins en el comienzo de dicha década fueron derrotadas. Asimismo, el navío Revenge (Venganza) uno de los más importantes de su marina fue apresado cerca de las Azores en la batalla de Flores (1591), cuando una flota inglesa pretendía capturar la Flota de Indias.

En 1592 el marino Pedro de Zubiaur dispersaba un convoy inglés de 40 buques incendiando la nave capitana y capturando otros tres barcos; al año siguiente en la batalla de Blaye derrotaba a una pequeña flota de seis buques ingleses (hundiendo sus dos unidades principales) y escapaba de una flota aún mayor enviada para capturarle.

Campañas de Bretaña (1590-1595)

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Felipe envió tropas a Bretaña en el noroeste de Francia en 1590 para ayudar a la Liga Católica contra Enrique IV, nuevo rey de Francia y anteriormente protestante. Felipe también ordenó a Alejandro Farnesio, duque de Parma, su gobernador general en los Países Bajos, invadir el norte de Francia y romper el asedio de París. Temiendo que una toma española de puertos franceses en el canal de la Mancha pudiera conducir a una invasión de Inglaterra, Isabel acordó proporcionar a Enrique asistencia militar.

En noviembre de 1594, los ingleses obtuvieron una gran victoria en Crozon. Aunque Inglaterra había perdido a miles de hombres en Francia y había agotado severamente sus recursos financieros, las campañas de Bretaña tuvieron éxito porque frustraron los esfuerzos españoles en Francia, paralizaron las operaciones españolas en los Países Bajos y limitaron las oportunidades españolas para intervenir en Irlanda.

Expedición de Drake y Hawkins de 1595-1596

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Entre 1595 y 1596, una expedición inglesa contra los asentamientos españoles en el Caribe, comandada por Drake y Hawkins, fue derrotada primero en Las Palmas de Gran Canaria y luego en sucesivos enfrentamientos frente a fuerzas españolas muy inferiores en número en diferentes localizaciones caribeñas. Las defensas españolas se adelantaron a los atacantes, sufriendo los ingleses grandes pérdidas, incluyendo la muerte de ambos marinos.

Últimos episodios de la guerra

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En 1595, cuatro galeras españolas comandadas por Carlos de Amésquita desembarcaron en Cornualles, al oeste de Inglaterra. En dos días los españoles saquearon las poblaciones de Newlyn, Paul, Penzance y Mousehole. La expedición de Amésquita fue una de las pocas veces en que soldados españoles desembarcaron en Inglaterra.

En julio de 1596, una expedición angloneerlandesa dirigida por Robert Devereux, II conde de Essex, capturó Cádiz, destruyendo la flota española fondeada en la bahía; en octubre de ese mismo año la flota española bajo el mando de Martín de Padilla se desbarató por una tormenta frente a las costas de Galicia cuando se dirigía a Irlanda. Esta armada fue reorganizada y los ingleses no pudieron atacarla por otra tormenta en las costas gallegas. Entre junio y agosto de 1597, la flota inglesa organizó la expedición Essex-Raleigh a Ferrol y las Azores, donde no consiguió imponerse a la flota española de regreso de las Indias. Una nueva expedición española contra Inglaterra en octubre del mismo año fue desbaratada por un temporal en el canal de la Mancha. Sin embargo, siete navíos llegaron a Falmouth y de ellos desembarcaron 400 soldados, que se atrincheraron en la zona en posición de combate hasta que, transcurridos unos días, comprobaron que la invasión se había frustrado y reembarcaron.

Tras la muerte de Felipe II en 1598, su sucesor Felipe III de España proseguiría la guerra contra Inglaterra. En mayo de 1600 se iniciaron conversaciones de paz en Boulogne-sur-Mer, que resultaron fallidas.[9]

En octubre de 1601 Juan del Águila desembarcó al frente de sus tercios en Kinsale, en la costa sur de Irlanda, para apoyar a las fuerzas irlandesas que en aquella época sostenían contra Inglaterra la guerra de los Nueve Años. Las tropas españolas serían derrotadas a comienzos de 1602 en la batalla de Kinsale, con la coalición perdiendo 1200 hombres, entre ellos 90 españoles, forzando así su regreso a España y dejando como prioritaria la consecución de sus objetivos en Flandes. En febrero de 1603 ocurrió la batalla de Puerto Caballos.

Acuerdos de paz

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Tras la muerte de Isabel I en 1603, su sucesor Jacobo I de Inglaterra firmó en 1604 el Tratado de Londres con Felipe III, mediante el cual ambos países acordaban el fin de la guerra.[10]

El resultado para España fue más positivo: concedían algunas libertades comerciales en las Indias, la monarquía española reconocía el régimen protestante en Inglaterra renunciando Felipe III a su pretensión heredada de su padre a la Corona inglesa a cambio de que estos cesasen el apoyo al alzamiento holandés, el corso en la carrera de las Indias, tolerasen el culto católico y levantaban el bloqueo del Canal de la Mancha.[cita requerida] Fue la principal potencia europea en el siglo XVII, hasta que las derrotas contra Francia en la guerra de los Treinta Años y el ascenso del poderío naval neerlandés acabaron reduciéndola a una potencia más.[cita requerida]

Galería

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Referencias

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  1. Early Modern England 1485-1714: A Narrative History. 
  2. Beck, Sanderson. «England, Ireland & Scotland 1588-1625». EUROPE Wars & Plays 1588-1648. 
  3. Warfare and Armed Conflicts: A Statistical Encyclopedia of Casualty and Other Figures, 1492-2015, 4th ed. «English records calculate 88 285 deaths from all war-related causes from 1586–1603 (as well as 11 000 war deaths during Elizabeth's earlier reign, 1558–85).» 
  4. This Seat of Mars: War and the British Isles, 1485-1746. 
  5. Levy, Jack S. (2015). War in the Modern Great Power System: 1495--1975 (en inglés). University Press of Kentucky. p. 89. ISBN 9780813163659. 
  6. a b «La Gran Armada de 1588». 
  7. Reclamación de España a Inglaterra sobre robos hechos por corsarios ingleses en las Indias. (1575).
  8. Drake y la "Invencible": La inmericida fama del marino que quiso conquistar los mares. Sekotia. 2018. 
  9. Flaherty, William Edward (1876). The annals of England: an epitome of English history, from contemporary writers, the rolls of Parliament, and other public records
  10. Hiram Morgan (2006). Teaching the Armada: An Introduction to the Anglo-Spanish War, 1585–1604 (en inglés) 14 (5). History Ireland. p. 43. 

Enlaces externos

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