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Historias:Grand Theft Auto Masters Vice City

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Capítulo Uno: Llegando a Vice City

PeterSmith
Peter Smith, al comienzo de Vice City...

Peter Smith es un ciudadano de Los Santos, y también es el protagonista que seguira por esta historia. Peter nació en Wichita Gardens en Liberty City, y a los 16 años se mudó a Vinewood, en Los Santos. Peter se vio enfrascado con Rollin Heights Ballas luego de salvarle la vida a algunos Seville Boulevard Families escapando de éstos. Había comenzado unos trabajos para los Families, ya que los Ballas destruyeron su negocio. Entre sus misiones había matado a miembros de varias bandas enemigas, y la policia había empezado a buscarlo. Ahora es el año 1991.

Ya pasaron algunas horas. Peter estaba en un avión directo a Vice City. Estaba escapando para comenzar una nueva vida. La azafata le había repartido una copa de bebida, mientras, Peter escuchaba la radio que se había traído consigo en su bolsillo.

-San Andreas está en medio de una batalla entre la banda Ballas y Los Santos Vagos. La policía acaba de arrestar a varios integrantes de las dos bandas. Todavía estamos buscando seguridad en el territorio East Los Santos. Pedimos calma, ya que las cosas no están como lo previsto para la policía. En Vinewood una casa ha estallado en llamas y una persona murió quemada. También se encontró un coche con las ruedas ponchadas y el manubrió derretido. La batalla sigue y la policía no puede contra todos. La S.W.A.T. llegará dentro d poco y un helicóptero ya está registrando la zona. No se acerque a más distancia que la impuesta por la policía.

-¡Bueno! -se felicitó Peter-. Al menos ya no estoy allí.

-¿Usted viene de San Andreas? -preguntó la azafata

-Si, y la vida me la jugó toda de una. Tuve que escapar porque la policía me persigue, pero no se lo diga a nadie

-Yo guardo los secretos.

Peter no se sentía bien ese día. Estaba seguro de que la casa en llamas era la suya y el coche ponchado igual. Tenía aún un poco de dinero, suficiente para algún hotel. Había elegido ese lugar porque, después de Los Santos.

Al rato, el avión aterrizó en Escobar International. Peter bajó del avión y se dirigio al primer hotel que encontró. No salía muy caro. Fue a pagar una noche para el hotel. Era muy descolorido y destarlatado, pero era lo que había. No durmió bien, siempre pensando que a lo mejor no podría quedarse en Vice City mucho tiempo, y si era así, a lo mejor debía volver a Liberty City, o mudarse a Bullworth. Sabía que en Vice City todos los trabajos estarían ocupados. Así fue, no encontró nada de nada, y pasó unas noches más en la ciudad. Salía todas las tardes a buscar a algún lugar, pero la ciudad del vicio le estaba bloqueando la entrada.

Capítulo Dos: Una vida que no está en la basura

Pasaron cuatro días y por fin encontró un trabajo para comenzar. Se buscaba un vendedor para el Café Robina. Peter llegó y preguntó al dueño, Umberto Robina, por el trabajo. Luego de unos minutos, Umberto aceptó. Pero él solo aceptaba a los de su banda, y a Peter no le quedó más remedio que unirse.

-Chico, demuéstrame tus agallas -le dijo Umberto-. Para ganarte mi confianza tendrás que hacer lo que yo te diga. Si te quieres unir a la banda, te empezaremos a poner en prueba. Hay unos Sharks, en Prawn Island, que nos molestan mucho. Su jefe es Big Shark. Vamos a darles una buena tunda. Primero, quiero que tomes mi arma y vayas a matar un grupo de éstos. Luego vuelve y empiezas a trabajar. Toma mi BMX. ¡Recuerda que nadie se mete conmigo! ¡Lo hace y se mete con el chico más grande de la ciudad!

Peter pedaleó hasta Prawn Island y empezó a buscar. Era una islita muy sucia para lo que él se esperaba. Una vez había ido a Vice City, pero muy de pequeño y no recordaba el lugar. Se metió en el InterGlobal Films y encontró algunos Sharks hablando. Peter sacó su arma y abrió fuego. Éstos se cubrieron y soltaron muchas palabrotas. Por poco y le estubieron por dar en la pierna. Peter saltó de la BMX y disparó un poco más. Los Sharks cayeron muertos al suelo.

-Bueno, esto les pasa por hacer la competencia, y les aviso que esto es un "envío" de los Cubanos. -Peter se sintió ridículo al decir eso, pero estaba acostumbrado a hacerlo con los Families.

Volvió al café y en el camino se puso a comer en el King Donuts de Downtown. Luego se encontró a Umberto en el café.

-Todo terminado.

-Muy bien. Toma, esta es tu pasta. Ahora ponte a trabajar.

A Peter le dio $50 y de ésto, Peter comenzó a trabajar en la tienda. Muchos cubanos comían ahí, pero tambíen había otra gente que esperaba ser atendida.

En los días siguientes empezó a recibir sueldo y a hacer algunos trabajos pequeños para los cubanos. Le gustaba esa banda porque todo el tiempo estaba haciendo bromas y chiflándoles a las chicas lindas que pasaban.

Y por si fuera poco, con el dinero se agenció con otro departamento en un hotel mejor.

Capítulo tres: Misiones de riesgo.

A Peter las cosas le estaban empezando a cambiar. Ya tenía trabajo, y eso lo llevaría a otra vida.

-¡Hola!¿Como estás? -le preguntó Umberto al día siguiente, cuando los rayos de sol emanaban desde el cielo

-Bien. Ya empiezo a abrir el café.

-No, los sábados abrimos a las diez ¿no recuerdas?. Te tengo encargado un trabajo. Me gustó tu manera de matar con los Sharks. Hoy tenemos un intercambio de armas con unos de Carcer City. Te pongo de encargado de vigilar el trato. Pero no tardes mucho, hay que abrir el café.

-No te preocupes, conmigo todo estará bien (o eso creo).

-Más te vale papi. Y empieza a recordar los horarios del café.

Peter condujo el Cuban Hermes que Umberto le dejó hasta la pequeña playa detrás de Downtown. Salió y esperó a los demás. Luego se quedó de vigilante con su Shotgun. Último modelo, de parte de Umberto nuevamente. Un rato más tarde, llegaron algunos tipos de Carcer City, para el intercambio de armamento. Pero no todo iba bien.

-¿Les dieron bien la información? -preguntó un cubano- ¿Saben que son cien MP5?

-Recibimos bien la información, y esperamos que ustedes sepan bien lo que nos deben intercambiar.

Bajaron de algunos coches varias cajas y bolsas con armas. Mientras las intercambiaban. Aparecieron unos moteros.

La moto a vecés es mala para evitar disparos, y Peter les dió de lleno en las cabezas, con una puntería que el ya tenía de antemano. Con los Families había aprendido a apuntar muy bien. Más tarde llego una banda con muchas armas, pero el vigilante de Carcer City les dio en las ruedas y cayeron al mar. En ese momento aparecieron moteros de varias direcciones, y todos se pusieron a disparar. Peter le dio en la pierna izquierda a un motero que se le acercó a un cubano, y en el pecho a uno que intentaba llevarse las armas. Acabaron con los moteros y terminaron el trato.

Solo le habian dado al vigilante, pero apenas lo sintió, porque tenía un chaleco antibalas. También el coche Hermes había recibido unos tiros, entre otros vehículos que se habían descompuesto.

Volvió con Umberto para comentar lo de los moteros, porque por alguna razón sabían lo de el trato de las armas.

-¿Le dieron a uno de los nuestros?

-No, solo a uno de los de Carcer City, pero el chaval llevaba chaleco.

-Me gusta como avanzas, pero ahora está a punto de que sean las diez.

-¡Ah si! ¡Lo olvidaba!

Le dio a Peter $500 y se fue al baño.

Esa noche Peter recibió un traje de Cubano y un Cuban Hermes, también una Scorpion (arma subfusil) por si las moscas. Peter sospechaba que empezaba a ganar respeto. Guardo su Skorpion en la mesita de luz y se puso el pijama. Se metió en la cama y se durmió.

Peter durmió bien esa noche... bueno, no toda la noche. Sonó el celular...

-¡Peter, no hay tiempo para explicar! - gritó desde al otro lado la chillona voz de Umberto- ¿Te desperté?

-¡No, si yo soy drácula!¡Claro que me despertaste!

-Ven al café. ¡Nos están atacando los Sharks!

Peter se dirigió directo con su arma y su Cuban Hermes. Cuando llegó aparecieron muchos cubanos muertos. Peter se mandó directo a la entrada, matando cada ser vestido de Shark que vio. Cuando llegó al despacho, encontro a Umberto herido, pero aún vivo.

Pronto llegaron más Sharks, pero Peter y algunos cubanos más los enfrentaron. Murieron algunos de los cubanos, solo quedaron dos, pero los Sharks habían sido eliminados. Peter se lanzó y les dio de lleno en la espalda. Buscó a Umberto y lo subió al coche. También subieron los Cubanos que quedaban.

-Llévame a esta dirección, en Ocean Beach. ¡Te agradezco tanto! ¡Dos días aquí y se te arma una buena!

-De acuerdo, pero no hables, estás sangrando.

En el camino aparecieron más Sharks, pero los Cubanos tenían armas y se liberó una batalla, de la cual los Sharks murieron, pero tambíen los dos Cubanos. A Peter le dieron en el brazo, pero seguía manejando. LLegaron a una puerta en medio de un callejón, pues así decía el papel que le dio Umberto a Peter. Salió un joven a recibirlos. Pero les dijo a Peter y a los dos cubanos que se fueran, él los llamaría más tarde, para entonces no debían decir nada de nada.

-No le hagas caso -murmuró Umberto-, debes ir con Rico, mi hijo y dile que mientras no estoy el dirije la banda. Vive dos casa a la derecha del Café.

-Que te mejores, voy a avisarle. Adiós

-Adiós

Peter se fue a la casa de Rico y le contó lo de la lucha.

-Ya lo sé, yo mismo estuve de francotirador en el tejado.

-¿En serio? No lo sabía. Umberto está en la casa de un curandero en Ocean Beach, y te ha dejado a cargo de los cubanos.

-Ah, si, ese curandero. Es muy bueno. De acuerdo, toma este remedio, es para la herida del brazo. Tengo una casa para ti que Umberto me dijo que te la dé para que al menos puedas pasar tu estancia en Vice City. No te la había podido dar antes porque estuve ocupado. Está aquí en frente. Gracias por salvar a mi padre.

-No hay por qué -dijo Peter

Esta historia continúa en Historias:Grand Theft Auto Masters Vice City 2° Parte.

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