Muy divertido, recomendable.

En la vida suceden cosas importantes y cosas no tan importantes. A veces las cosas que le importan a uno no les importan a los demás y las cosas que les importan a los demás no le importan a uno… De esta guisa nos encontramos con la familia de los señores Welrush. El padre, el señor Welrush, es el presidente del Comité de Magnificencia de la Universidad de Columbia, en Nueva York y está amargado porque su comité tiene los días contados; la madre, gran coleccionista de cerámica, tiene la costumbre de culpar a los demás y el hermano de ésta, Timothy Stilt, está obsesionado con la comida. Alice, la hija de los señores Welrush, tiene prohibido hablar, escuchar, leer, ver, dibujar y un sinfín de cosas más relacionadas con el prestigioso autor de Alicia en el país de las maravillas, Lewis Carroll.
Este pastel es el que se encuentra a su llegada Mademoiselle Chignon, la nueva institutriz de Alice que tiene que evitar por todos los medios que la niña se entere de la llegada a la ciudad de Alice Liddell, la niña que inspiró Alicia, la protagonista del País de las maravillas. Pero… ¿será capaz Eugene Chignon a pesar de su peculiar característica? ¿Dónde están los pisos que le faltan a la casa de muñecas de Alice? ¿Qué se traen entre manos tío y sobrina? ¿Qué tienen en común Peter Davies, Alice Liddell y el señor Travagant?

Con un especial sentido del humor y una ironía que parte de los juegos de palabras, Diego Arboleda nos conduce por el mágico mundo de los clásicos infantiles. Cada personaje encierra una especie de personalidad majadera que sólo cabe en este tipo de relatos delirantes. Un tío “no hecho ni derecho” que deambula por las fachadas de los edificios; el afable Hombre del Huevo “caballero belga y ciudadano del mundo”, los vecinos de Eugene de Les Arcs…

Arboleda nos tiene acostumbrados a este tipo de relatos en los que el misterio inicial y las pequeñas y divertidas anécdotas que nutren la trama principal hacen de sus libros una lectura amena, ávida y, por supuesto, visual, ya que nos presenta cada uno de los personajes y lugares con tan precisas descripciones que nos sitúan en la escena automáticamente.

Un libro excelente para dejar volar la imaginación que no podrás dejar de leer hasta llegar al final. ( )

Prestigioso matrimonio de Manhattan, Nueva York, precisa urgentemente INSTITUTRIZ FRANCESA para su única hija. Se requiere SERIEDAD, también BUENAS REFERENCIAS, sin duda BUENA EDUCACIÓN y, muy importante, imprescindible, CAPACIDAD PARA MENTIR (tanto en inglés como en francés).
¿Qué tienen en común una institutriz, un huevo gigante, un hombre trepaparedes y Alicia en el País de las Maravillas? Os lo diríamos con gusto, pero no podemos.
Está prohibido.

Este libro narra la historia de Eugéne Chignon, una joven institutriz francesa que en 1932 viaja hasta Nueva York para cuidar de una niña, Alice, cuya desatada pasión por el mundo creado por Lewis Carroll ha provocado que sus padres le prohíban leer sus libros. La primera misión de Eugéne será evitar que Alice se entere de que Alice Liddell, la auténtica Alicia que inspiró a Lewis Carroll, ahora con ochenta años, va a visitar la ciudad para recibir un homenaje. Eugéne Chignon comprobará que las extrañas casualidades, los personajes extravagantes y las situaciones absurdas no son solo patrimonio del País de las Maravillas, sino que se encuentran a menudo en nuestro mundo y especialmente en esa casa. La comedia disparatada y los datos históricos (reales y a pesar de eso aún más disparatados) tienen cabida en esta novela, en la que el sinsentido, ese nonsense tan emblemático de Carroll, acaba teniendo mucho sentido.